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El PROS. Que llegó hasta la isla de Guam y después... desapareció.

"TRAS LA ESTELA DE ELCANO QUINIENTOS AÑOS DESPUÉS"

¿De qué va este número de Gente que Cuenta?

De la réplica 500 años después, de la expedición de Magallanes y Elcano, partiendo de Sevilla el 10 de agosto de 1519 con 5 naves: Trinidad (nave capitana), San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago. Cerca de 240 hombres, de distintas nacionalidades (principalmente españoles, portugueses, e italianos, pero también franceses, alemanes, griegos, flamencos...). Fernando de Magallanes partió al mando de una expedición que buscaba una nueva ruta hacia las Islas de las Especias navegando hacia el oeste. Tras su muerte en Filipinas, Juan Sebastián Elcano tomó el mando y completó la primera vuelta al mundo en 1522, regresando a España con una sola nave (Victoria) y apenas 18 hombres. Fue una gesta marcada por la incertidumbre, las tempestades, el hambre y los motines, pero también por la valentía, la estrategia y la resistencia humana. Una hazaña sin precedentes en la historia de la navegación.

La historia del PROS y su tripulación comenzaba en 2019 pero termino antes de ser completada, ya que un tifón se lo llevó al fondo del mar en la Isla de Guam impidiendo terminar la réplica de la gesta de Magallanes y Elcano. Incluyendo por medio una pandemia que, obviamente, no facilitó las cosas.

El nombramiento el pasado mes de octubre de 2024 de Diego Fernández Casado como académico de número en la Real Academia de la Mar fue una ocasión especial, no solo por la relevancia del título, sino por el profundo significado de su discurso, titulado "Tras la estela de Elcano quinientos años después". Para quienes tuvimos la oportunidad de escuchar sus palabras, resultó una travesía emocional y reflexiva que nos llevó a mirar hacia atrás, a los tiempos en los que Magallanes y Elcano, con mucho más que valentía y determinación, trazaron una nueva ruta que cambiaría el curso de la historia.


Hoy comparto esta reflexión que nace desde la admiración y el respeto a todos los que han participado en esta expedición, y la inspiración que me proporcionan, no solo Diego, sino todos aquellos que, como él, se atreven a enfrentarse a lo desconocido con una mente abierta y llena de generosidad. Y lo hago porque ciertos testimonios y vivencias cobran nuevo sentido cuando se alinean con etapas de cambio o crecimiento personal y profesional. Además, es posible que en meses próximos haya muchas más "cosas que contar", porque de conversar con Diego, que tiene mucho que contar, hablaremos en otro número de Gente que Cuenta.


Diego y los que participaron en esta iniciativa, cinco siglos después, emprendieron un recorrido que no solo replicaba físicamente ese itinerario, sino que también evocaba los desafíos, temores y esperanzas que aquellos marinos enfrentaron en 1519. Lo impresionante es cómo, escuchando el discurso y, a pesar de contar con tecnología moderna y herramientas actuales, la esencia del viaje permanecía intacta: la incertidumbre ante lo desconocido, el mar inabarcable y la necesidad de una mentalidad clara, fuerte y serena. Y no por menos, me hizo pensar escuchándolo en su exposición: qué tenían en la cabeza aquellos hombres, hace 500 años, para abordar este tipo de retos.

Resiliencia: la capacidad de sobreponerse

Uno de los aspectos que destacaban en aquel discurso con mayor énfasis fue la resiliencia. Tanto Elcano como su tripulación, al igual que la tripulación de este viaje conmemorativo, enfrentaron tempestades, rutas inexploradas y la constante tensión de no saber si alcanzarían su destino. La resiliencia me parece parte de la clave para continuar, a pesar del agotamiento físico y emocional. En un mundo en constante cambio, esta cualidad es tan relevante hoy como lo fue hace 500 años, tanto en la mar como en tierra firme, en el ámbito profesional y en lo personal. Saber levantarse después de cada caída, resistir y seguir avanzando es lo que define a quienes logran dejar una huella. También es cierto que los efectos de los contratiempos se gestionan de manera muy diferente, nada que ver cómo aquellos castigaban las revueltas de la tripulación ante los avatares que hacían mella en la marinería.

Por cierto, 'resiliencia' no es una palabra que guste a todo el mundo, por manida y sobre usada, como opciones me quedaría con algunos clásicos:

  • Fortaleza interior, como resistencia emocional y mental para encarar el miedo, el agotamiento y la incertidumbre.
  • Espíritu de superación, ante el objetivo marcado, con voluntad constante de avanzar, adaptarse y no rendirse, incluso en condiciones límite.
  • Capacidad de resistencia, física y mental. Tenaces.

Empatía y consenso: pilares de una travesía exitosa

El viaje no es solo físico, es también un recorrido humano. A bordo, al frente del PROS, al igual que Elcano, la tripulación es consciente de que la supervivencia no depende únicamente de la habilidad técnica, sino de la capacidad de entender y conectar entre ellos. Ponerse en el lugar del otro debe ser algo esencial para mantener la armonía y asegurar que todos siguen comprometidos con el objetivo común. El consenso, por su parte, debe permitir, como en cualquier otro equipo, que las decisiones se faciliten tomar de manera colectiva, integrando las perspectivas de todos los que enfrentaban juntos la aventura. En un entorno donde cada decisión podría significar la diferencia entre la vida y la muerte, estos valores se vuelven fundamentales. En cualquier equipo, ya sea en alta mar o en un proyecto empresarial, la empatía y el consenso construyen confianza y colaboraciones más sólidas. No me detendré en buscar similitudes en la gestión de equipos (de alto rendimiento o no)... con la forma de trabajar la tripulación de este o cualquier barco. Añadiendo que el trayecto se vio afectado por la pandemia, generando retrasos, obviamente, imprevistos.

Concretar que en la travesía de Magallanes y Elcano el consenso no fue una de las variables fundamentales de la ecuación y, si lo fue, lo fue a la manera de la época. Tampoco hace falta hacer hincapié en que el consenso no se gestiona de igual manera 500 años después, ni las consecuencias de la falta del mismo guardan demasiadas similitudes en la forma, aunque sí en el fondo.

Incertidumbre y la importancia de "pensar y luego actuar"

Quizá uno de los puntos que más me conmovieron del discurso y la réplica por parte de Luis Vilches Collado, fue el reflejó de la constante sensación de incertidumbre, un estado que, a pesar de la tecnología moderna, sigue presente en cualquier exploración. Ahora se avería una cosa, luego se rompe otra, luego funciona a medias otra, y así innumerables 'luegos' que hay que resolver "a fortuna"... No saber qué hay más allá del horizonte es una realidad que tanto ellos como Magallanes y Elcano compartieron y que hoy en día nos pasa cuando, por ejemplo, nos enfrentamos a nuevas formas de hacer, nuevas tecnologías o nuevos desafíos.

Tener la sabiduría para detenerse, reflexionar y planificar el siguiente paso, es una lección que trasciende situaciones y generaciones. La importancia de "pensar y luego actuar", que puede parecer obvia, pero no lo es tanto, es una cualidad que muchas veces se pasa por alto en un mundo que nos empuja constantemente hacia la acción. Pero es en esos momentos de pausa, de claridad mental, donde se forjan las decisiones que nos llevan más lejos.

Una inspiración para las nuevas generaciones

Escuchar a Diego me emocionó profundamente, no solo desde lo profesional, sino también como madre. Ver cómo sus palabras y su ejemplo han dejado huella en mi hijo, estudiante de ingeniería naval, es para mí motivo de un orgullo sincero. Para él, este recorrido que relata Diego representa mucho más que una hazaña marítima; es una fuente de inspiración real, que alimenta sus ilusiones y le recuerda que, incluso en medio del ruido que nos rodea, es posible plantearse metas y soñar en grande, porque los sueños pueden hacerse realidad, claro, con trabajo, esfuerzo, tesón, y otras muchas de estas palabras que cada vez cuesta más justificar, pero que son parte de los valores y principios fundamentales. Su aspiración de convertirse en alguien que, como Diego, afronta los retos con determinación, pero también con una profunda comprensión del valor del equipo, de la apertura mental y de esa resiliencia que marca la diferencia, se ha visto reforzada...

...Porque de toda gesta, lo mejor… es también saber disfrutarla.

Porque en este tipo de travesías hay espacio para todo: la preparación, la incertidumbre, el esfuerzo… pero también el asombro, la emoción del momento y los recuerdos que quedarán para siempre. Hay instantes en los que el entorno y la magnitud de lo vivido desbordan la lógica o el sentido común. Y es ahí donde el disfrute forma parte esencial de la experiencia. A veces, con muy poco -o con nada- uno se viene arriba. Y eso también es parte del viaje.

Un legado que sigue vivo

El legado de aquellos exploradores de hace 500 años sigue vivo hoy. No solo en las rutas que trazaron, sino en los valores que, como seres humanos, transmitieron de generación en generación. Diego, al revivir ese viaje, nos recuerda que siempre hay algo nuevo por descubrir, que cada reto es una oportunidad para aprender y que, aunque los tiempos cambien, los principios fundamentales permanecen y que si uno encara una odisea como esta, qué no será capaz de hacer. También nos muestra como nos detenemos algunas veces en pequeñeces que nos encogen, cuando tenemos gestas y personas con comportamientos ante las adversidades que son un ejemplo y fuerza para inspirarnos a esforzarnos y sacar mucho más de nosotros mismos. Nuestro estado de ánimo.

Celebrar su nombramiento en la Real Academia de la Mar es también celebrar esos valores de siempre que nos recuerdan que lo más importante en cualquier travesía no es solo llegar al destino, sino cómo lo hacemos, con quién lo hacemos y lo que aprendemos en el camino. ¡Embarcarnos, con un propósito, un objetivo y un para qué!

Y levamos ancla...

Toda travesía deja una huella, no solo por los destinos alcanzados, sino por lo que transforma en quienes la viven. Este número de Gente que Cuenta es al final, una historia de mar, de exploración, de propósito compartido y no tan distinta de las que vivimos en tierra firme, cuando lideramos un equipo, enfrentamos lo incierto o iniciamos un nuevo camino profesional. Los mismos valores aplican: claridad en la intención, confianza en el equipo, capacidad de adaptación y, sobre todo, la determinación de avanzar incluso cuando el rumbo no está del todo trazado. Ahí es donde empieza la tarea. Y también es un recordatorio de que en cada viaje -real o simbólico- hay lugar para detenerse, respirar, compartir y disfrutar. Porque los logros no solo se miden por los retos superados, y si no, recordemos la de barcos hundidos que no llegaron a puerto, sino por la capacidad de vivir cada etapa del camino.

Que nunca perdamos esa mirada amplia, generosa y curiosa que nos impulsa a seguir contando historias que merecen ser contadas.

Hasta el siguiente Gente que Cuenta...